Los ciclos Kondratiev

Nikolái D. Kondrátiev (1892-1938) fue un famoso economista ruso. Fundador del Instituto de Coyuntura de Moscú (1920), es autor de Los grandes ciclos de la vida económica (1932), obra en la que señala la existencia, en la economía, de oscilaciones periódicas largas, conocidas con el nombre de «ciclo largo» o «ciclo de Kondrátiev».

A mí, personalmente, me tiene fascinado cómo esta interpretación tan “sencilla” de la economía se ajusta tan bien a la realidad décadas después de la muerte de su autor.

Kondrátiev puso de relieve ciclos de una longitud de entre 50 a 70 años. Que se puede resumir en cuatro fases:

1-. Primavera: Un tiempo marcado por la expansión económica. Los ahorros están en niveles bastante altos, y los tipos de interés son bajos. Las acciones y los bienes raíces son las inversiones de mayor éxito.

La primavera más reciente: 1949-1966. Otras primaveras anteriores: 1794-1800, 1844-1858, 1896-1907.

2-.Verano: Una época marcada por la alta inflación, altos tipos de interés y por la volatilidad. Productos básicos, oro, y bienes raíces funcionan muy bien durante esta fase.

El verano más reciente: 1966-1982. Otros veranos anteriores: 1800-1816, 1858-1864, 1907-1920.

3-. Otoño: La etapa más feliz del K-Cycle. Las inversiones en activos financieros, como las acciones y los bonos, siempre son las que mejor comportamiento registran. El otoño se caracteriza por las burbujas especulativas en acciones, bonos, bienes raíces y objetos de colección. Por otro lado, oro, plata y productos básicos sufren un colapso. El otoño se caracteriza también por un deterioro grave en el ahorro, y un aumento peligroso y temerario de la deuda. Los desequilibrios se acumulan hasta el punto en que no puede continuar.

El otoño más reciente: 1982-2000. Otros otoños anteriores: 1816-1835, 1864-1874, 1920-1929.

4-. Invierno: Los excesos de la locura del otoño se purgan o se limpian. El resultado final es una recesión deflacionaria o una depresión. La deuda es repudiada por bancos y empresas. Por lo general, suele producirse alguna crisis bancaria, quiebras, un aumento de las ejecuciones hipotecarias, al igual que un descontento social masivo. Durante el invierno de Kondrátiev, el oro y la liquidez son la mejor inversión. Ser propietario de acciones de empresas mineras que producen oro es sabio durante esta fase invernal.

El invierno más reciente: 2000 -? Otros inviernos anteriores: 1835-1844, 1875-1896, 1929-1949.

Como he dicho anteriormente, la longitud de un ciclo completo, que contenga todas las estaciones, ronda entre los 50 y 70 años, y es por esto que se considera un ciclo vitalicio. La mayoría de la gente lo experimenta una sola vez a lo largo de su vida, y esto explica por qué cada generación no está preparada para cada fase del ciclo, puesto que nunca lo ha visto antes.

Del ciclo de Kondrátiev, siempre me ha sorprendido que las mejores etapas económicas hayan sido precedidas, o incluso hayan llegado a coincidir en el tiempo, con grandes batallas bélicas. Como la Guerra Anglo-Americana de 1812, la Guerra Civil estadounidense (1861-1865), Primera Guerra Mundial (1914-1918), o la guerra de Vietnam (1956-1975).

En la actualidad, como hemos citado anteriormente, y veremos más claramente en la imagen, nos encontramos en un invierno del ciclo económico Kondrátiev, caracterizado por periodos difíciles para las materias primas (excepto metales preciosos), y que es justo cuando las fuerzas deflacionarias comienzan a ejercer su influencia en las bolsas de valores, (como sucedió en 1930 y 1998 y que ya hablamos en esta entrada).

En los próximos días tengo previsto colgar un documental, que explica cómo los grandes errores que precedieron, y se mantuvieron, durante la gran depresión, en parte han sido aprendidos, esto está ayudando a que este nuevo invierno de Kondrátiev esté siendo menos duro que el de aquellos años, aunque claro está, que la presión deflacionaria se está haciendo notar desde el 2000 (con un aviso en 1998).

A continuación vamos a estudiar de forma muy generalizada los inviernos, (eras deflacionarias), precedentes, y de esta forma intentaremos vislumbrar el final del “túnel”, por analogías y duración de los mismos.

El primer invierno, del que tenemos datos, permaneció desde 1835 a 1844, lo que supone una duración de 9 años. Por su parte, el segundo invierno se mantuvo desde 1875 a 1896, unos 21 años. Y el tercer, y último invierno completo, se produjo entre 1929 y 1949, lo que supone una duración aproximada de 20 años.

La media de los tres es, aproximadamente, 16 años y medio (aunque hay pocos datos, la analogía puede ser válida). El invierno en el que estamos sumergidos empezó en el año 2000, por lo que entre 2016 y 2020, aproximadamente, debería llegar a su fin y empezar a florecer la primavera. Esto ha de ser tomado como una referencia aproximada, pero como siempre al final serán los gráficos los que nos den la última señal de que llegan mejores tiempos para la economía.

Las principales pistas vendrán de la mano de una rentabilidad del bono al alza, para controlar la pequeña inflación, que vendrá causada por unos ascensos no muy fuertes, pero sí constantes, en las materias primas. Ese será el momento en el que el invierno llegará a su fin y empezará la primavera, que consigo traerá mejores tiempos para la renta variable.

Volviendo a la actualidad, y al triste invierno, debemos de ser conscientes de que no vivimos la mejor época para la renta variable, y tenemos que ser pacientes. Personalmente,  siempre me gusta ponerme como ejemplo los peores casos. De esta forma todo lo que pueda venir será como mínimo igual de malo o mejor (como el pequeño ciclo alcista de 2003 a 2007 en el que hemos podido hacer dinero, y el posterior ciclo bajista 2007-2009 en el lado corto).

Fijaos, por ejemplo, en este gráfico del Dow Jones Industrial entre los años 1938 y 1942, correspondiente al anterior ciclo deflacionario. La dificultad operativa fue extrema, de las peores de la historia, ya que la deflación es el hábitat más hostil para la economía, y, como es lógico y normal, se ve reflejado en los mercados.

Con esto no quiero decir que vayamos en los próximos años a algo igual que esto, pero no es ni mucho menos descartable. Los seguidores de tendencia tenemos que estar preparados para el peor de los casos, y cualquier escenario mejor a este sería recibido con los brazos abiertos.

La MM30 ha de ser siempre nuestra mejor aliada, y no dudar de su validez. Por otra parte, tratar de encontrar suelos, o techos, de forma constante podría llevarnos a la desesperación en un escenario tan complicado.

Otro indicador de largo plazo, que sigue mostrando un futuro complicado, es el ratio precio/dividendo. Comentado por Stan Weinstein, en su libro “Secretos para ganar en los mercados alcistas y bajistas“, como uno de sus favoritos, y que me tomé la libertad de desarrollarlo para Pro Real Time sobre el índice S&P500.

Este indicador expresa los precios de los valores como múltiplos de sus dividendos. En otras palabras, es lo que costaría en términos de precio del valor, comprar dividendos por valor de un dólar.

Todo el mundo habla sobre el mercado en términos de barato o caro, pero eso es subjetivo. Sin embargo, este es un modo de decidir objetivamente. Los descensos de la proporción P/D hacia el área 14 o 17 se han producido cuando los valores eran gangas poco comunes. Por otro lado, un movimiento por encima de 26 ha sido una lectura muy peligrosa, mientras que una cifra superior a 30 ha sido una señal de que los valores están extremadamente caros.

Este no es un indicador que sirva para operar a corto plazo, pero es muy útil para hacerse una idea general del largo plazo, y vemos como en el año 2000 que finalizó el otoño de Kondrátiev, el indicador se encontraba en la increíble cifra de 89 puntos, algo nunca visto, y que nos indicaba claramente la existencia de una burbuja.

En la actualidad nos encontramos en los 45 puntos, por lo que desde este ratio el mercado sigue siendo caro, y por ajustes de mercado seguirá tendiendo a la zona de “normalidad”, situada entre los 30 y 17 puntos. Para llegar a ese punto se necesitan dos cosas; estas pueden producirse de forma separada o bien conjunta. La necesidad primera sería una bajada en los índices, y la segunda un aumento de los dividendos.

La solución intermedia, pasa por un mercado lateral/bajista, con unos dividendos que se mantienen. Es la opción que veo más probable, y concuerda con la situación dificultosa que debemos tener prevista para los próximos años. Cuando este indicador se vuelva a encontrar en la zona “verde” la primavera estará a punto de empezar.

Realmente me gustaría traer mejores perspectivas para el largo plazo, y compartirlas con vosotros, pero debemos ser realistas y conscientes de la situación. Este mercado, a diferencia del vivido entre los años 1982 y 2000, (donde se hacía dinero con prácticamente todo), es muy complicado, debemos saber elegir bien nuestras inversiones, no esperar enormes plusvalías, y asimilar con naturalidad las pérdidas.

Para finalizar, me gustaría recordar de nuevo que la MM30 será siempre nuestra mejor aliada, seleccionar bien nuestras inversiones, acorde a su fortaleza, y asimilar con naturalidad los golpes, puesto que formarán parte de nuestro día a día.

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